Un caso típico: la profesora de inglés.
Ella va por la vida orgullosa de lo que estudió y nos lo deja saber a todos en todo momento. Quiere que todos sepamos que ella es "bilingüe". Ella llega a su clase y antes de entrar a la misma ya viene hablando en inglés, sola obviamente, desde que salió de su casa. Se cruza con el portero, de nombre Juan Gómez, y lo saluda con un enfático "morning John!" cuando el pobre muñeco apenas habla algo más que su "chaqueño natal". Ve un bebé y esboza un pegajoso "how cute!". En el taxi saluda al tachero con un peligroso "hi darling" sin medir cuanto se excita ese morocho sudado con su tonito de falsa extranjera. Y así sigue torturando gente hasta que llega a la oficina donde se dispone a dar sus clases bi-semanales y al entrar lanza un "hello my dear" a la recepcionista, la cual no puede más con ese teléfono descompuesto de cada lunes y viernes, donde "misis" Perez habla en inglés y ella responde intencionalmente en castellano como si fuera una pulseada.
Otro ejemplo es el profesor de tennis. Que te lo cruces en el club y vaya orgulloso de sus cortos, su chomba dry fit, obligada gorrita, zapatillas de marca, muñequera de toalla y tono caribeño entre la zona de la muñeca y los biceps, todo OK. Pero lo triste es que después te lo cruzás en la reunión de padres, porque casualmente sus hijos van al mismo cole que los tuyos, y el tipo sigue con la muñequera. Y vas al super y él está con amigos comprando cosas para un asado, vestido ya no de profesor (o sea, no está dando clases, correcto?) pero la encarnizada muñequera sigue ahí clavada... (díganme que es un tatuaje!!!).
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