martes, 20 de octubre de 2009

CENTROS DE DEPILACION


Reducto indeseado sino odiado por gran porcentaje del plantel femenino. Ardua tarea. Dolorosa sensación. Desagradable experiencia...

A la hora de embellecernos casi todas las actividades son más o menos agradables y/o reconfortantes, excepto una: depilarnos!


La depilación es sólo una tarea que nos brinda grandes placeres luego de realizada -porque no podemos negar el fetiche que representa acariciarnos las piernas luego de-, pero en el proceso nos topamos con un sinfín de situaciones que impiden que la apreciemos con buenos ojos.

Nro.1: Es doloroso. Y por más que el fin justifique los medios, en ese medio, sufrimos con cada tirón, cuando no se nos llenan los ojos de lágrimas porque a la señorita que nos tocó en suerte se le fue la mano con la temperatura de la cera y nos quemó en las primeras pasadas.

Nro.2: Los centros de depilación son patéticos. Todos o al menos 99% de los mismos están ambientados con esmerado mal gusto en donde pareciera que lo único que quieren es que deseemos salir de allí lo más rápido posible.
Habitualmente las paredes están pintadas de deprimentes tonos como ser rosa viejo, prefrentemente con pinturas brillantes para potenciar el mencionado mal gusto, y en composé con las paredes cuelgan por todas partes primitivos carteles realizados en computadora por algún familiar/amigo inexperto en la materia en donde a través de básicos "fonts" standard nos dan a conocer el valor de cada zona a ser descabellada: axilas, media pierna, pierna entera, bozo, cejas, tira de cola, cavado, cavado profundo, brazos para las descendientes directas de simios, o pelvis completa para las de la nueva era....

Nro.3: Intimidad cero. La depilación no es para pudorosas. Los gabinetes están hechos de delgadas paredes de distintos materiales (pero nunca una construcción húmeda) y en la mejor situación son de durlok. Por algún motivo estas paredes nunca van de piso a techo, sino que finalizan por lo menos 30 cm antes de llegar al cielo raso, y como agregado las "no-puertas" son simples y horribles cortinas simil hospital lo cual en conjunto nos asegura que todo lo que se hable allí dentro mientras estemos en la camilla será definitivamente de público conocimiento.
Todas las que se estén depilando en ese mismo momento en gabinetes linderos sabrán no sólo el tipo de depilación del que somos habitué sino que además se irán con las respuestas de los reportajes a las que las señoritas depiladoras acostumbran a someternos para matar su aburrido oficio.

Nro.4: La inexplicable elección de convertirse en depiladora.
Piernas, axilas, bozo.... más o menos vamos.... Pero, cómo se llega a querer ser depiladora sabiendo que vas a tener que hacerle el cavado, la pelvis y la tira de cola a una extraña que en la más favorable de las situaciones es "limpita", pero de lo contrario toca quien toca....??? Puajj, no lo entiendo.
Y como no lo entiendo hace más de 15 años, cada vez que voy a depilarme le hago la misma pregunta obligada a modo de ritual a a la que me toque en suerte, y la respuesta es siempre un resignado "ya estoy acostumbrada"...

Nro.5: El repaso final.
Acá todo depende de la profesional. Si se tocó la "apurada", ella te depila y luego, algodón y alcohol en mano, te pega una rápida repasada por todos lados para despegar cualquier resto de cera que pudiera haber quedado impreso en tu cuerpo.
Si te tocó la "obsesiva detallista", ella mete mano en su delantal y saca su arma más preciada: la pinza de depilar. Pinza que está por cierto siempre llena de cera en la punta, que evade su función de detectar y sacar el bello que pudiera haber quedado, y que por tanto te pellizca en cada intento por eliminar aquellos rebeldes que no se rindieron a pesar de las dos pasadas de cera a altas temperaturas.

Nro.6: La profesional.
Preferentemente de nombre: Mirta, Mabel, Gladys, Emilse, Esther (con h), Astrid o Graciela....

Nro.7: La sala de espera.
Obligadamente abarrotada de revistas "del corazón" y/o chimentos, pero ni siquiera nuevas. Todas sin tapa y sin la mitad de las notas.

Para Vicky, esta es la única parte gloriosa del tortuoso ritual del que se despide y al que finalmente va a extrañar porque se decidió por la depilación definitiva.....


1 comentario:

  1. cada día estoy más feliz de haber nacido hombre y más convencido -no por ser demagógico con la platea femenina- de que la tolerancia al dolor de las mujeres es ampliamente superior! (al igual que su nivel de locura por dejarse quemar con cera "2 veces por vez", pagar y encima salir contentas)

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